Bachelet-ONU: problema de atributos personales, no de dinero
Cristián Saieh socio Puga Ortiz Abogados Director negociación UC
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Cristián Saieh
La discusión sobre el nombramiento de Michelle Bachelet como integrante de la Junta Asesora del Consejo de Mediación de la ONU no debe centrarse en si es voluntaria, pagada o gratis. No es ese el problema. La pregunta es si la designada tiene los atributos para desempeñarse en esa responsabilidad.
Recordemos que la mediación es un proceso de negociación entre dos o más partes que, asistidas por un tercero, intentan llegar a un acuerdo a través de la colaboración y no de la imposición. Y, ¿cuáles son los atributos básicos de un mediador, o su asesor, sin los cuales no puede desarrollar correctamente su cometido? El primero es la imparcialidad; le sigue la confiabilidad, para terminar con la búsqueda permanente de la cooperación en vez de la confrontación. Ninguna de las tres es menos importante y ninguna es posible reconocer nítidamente en la actual mandataria.
Desde luego, no ha sido una presidenta especialmente imparcial. Tampoco lo tuvo que ser en un principio ya que fue elegida con una alta mayoría, supuestamente en función de su programa, que muy luego al menos 2/3 de los chilenos lamentan haber apoyado. ¿Por qué? Ya que desde el primer día de su mandato anunció que utilizaría todas sus facultades como primera mandataria y la de la coalición que la acompaña, para cambiar lo que consideraba un modelo perverso. Y así lo ha hecho estos 42 meses. La reforma laboral, la tributaria y la educacional, entre otras, han tenido una mandataria que dirigió las huestes oficialistas sin consensuar con sus opositores, a excepción de algunos frenos que le ha puesto la DC y el Tribunal Constitucional que la han obligado a hacerlo. Casi todo ha sido imposición, muy poca imparcialidad y mirada de futuro. Y a la mayoría de los chilenos no les gusta esta forma de hacer las cosas ya que se han acostumbrado, desde el regreso a la democracia, a líderes que buscaban el consenso con una mirada país. ¿Podrá una persona tan comprometida con una forma de hacer las cosas mediar en instancias tan delicadas como las que le tocará asumir?
La segunda es la confianza. Lamentablemente poco se puede rescatar en este aspecto de la mandataria. En la encuesta Adimark de julio de 2017, este atributo de la futura mediadora llega a un pobre 57% de los chilenos que confía en ella. Si la opinión de los chilenos encuestados es así, ¿podrá esperarse que cambie de cara al concierto internacional? Esperemos que sí, pero será difícil.
Por último, un mediador y su asesor siempre tienen como propósito la colaboración. ¿Ha buscado la presidenta cooperar o más bien confrontar? Es complejo recordar episodios en que se haya intentado expandir el valor más que contraerlo. En muchas entrevistas y discursos la máxima autoridad del país ha hablado del bien común, de la generación de opciones para todos, pero no es posible recordar un puñado de iniciativas en que se haya logrado generar cooperación. Más bien todos recordamos la retroexcavadora –que Bachelet nunca desmintió tajantemente- como el gran legado de la manera de gobernar de esta administración.
Como vemos la gran cuestión no es de dinero; es de atributos.